Comenio
lo primero que cabe afirmar en su convencimiento de la formación del
hombre debe comenzar en la primera edad. “La condición de todo lo
nacido es que mientras está tierno fácilmente se dobla y conforma;
si se endurece resiste el intento”.
La
“escuela prenatal”, allí da numerosas informaciones a los padres
sobre cómo cuidar a sus hijos desde el mismo seno materno, al objeto
de “nacer con un cuerpo, una mente y unos sentidos sanos”.
A
su juicio esa escuela de buena formación precoz comienza con la
clase primera, que instruye en todo lo necesario para asegurar el
inicio del proceso: contraer un matrimonio prudente, honrado y
piadoso; sigue con la clase segunda, interesada en conseguir que los
padres atiendan a su propia salud y fortaleza, para procurar la mejor
naturaleza de la prole que van a engendrar; y acaba en la tercera
clase, que se ocupa de las precauciones a tomar durante la gestación,
cuidando todo lo relacionado con el bienestar de la salud y las
costumbres.
En
segundo lugar debemos resaltar en esta apretada síntesis que al
hacer una división o clasificación de las escuelas, Comenio tiene
en cuenta una clara distinción de las etapas de crecimiento,
reconociendo cuatro periodos de seis años cada uno y asignando al
primero la que denomina escuela maternal. A esta primera escuela le
corresponde atender principalmente al “ejercicio de los sentidos
externos” para que los pequeños consigan utilizarlos “con
exactitud” al aplicarlos a sus propios objetos.
Comenio
da a los padres dos necesidades didácticas; por una parte se hace
preciso “escribir un librito de advertencias a los padres y madres
para que no ignoren sus obligaciones”; por otra, ya que en esta
escuela materna debe atenderse sobre todo al ejercicio de los
sentidos, conviene realizar un “libro de imágenes”, útil y
estimulante para los ejercicios de esta escuela.
Establecer
las seis clases que debían constituir la escuela de la infancia en
una casa materna:
1.
La clase puerperal (hasta mes y medio), período en el que los
niños/as han de ser ofrecidos a Dios por medio del bautismo,
oraciones, etc.
2.
La clase de la lactancia (hasta año y medio), en la que es necesario
que la prole humana sea amamantada, pero también “con la leche de
la gracia de Dios para que también la formación interior alcance al
mismo tiempo sus raíces”
3.
La clase del balbuceo o de los primeros pasos, apropiada para
enseñarles a hablar, permitirles y fomentar el movimiento y la
actividad; todo ello mediante preceptos, ejemplo y práctica, en el
momento oportuno y de modo adecuado
4.
La clase del lenguaje y de la percepción sensible; un tiempo en el
que “nada hay en el entendimiento que no haya pasado primero por
los sentidos”, y en el que es preciso ayudar y estimular a que lo
pequeños examinen todas las cosas con sus sentidos y a que
fundamenten su propio juicio sobre las cosas
5.
La clase de las buenas costumbres y de la piedad, encargada de formar
desde muy pronto las buenas costumbres por medio de los ejemplos, la
enseñanza y la disciplina
6.
La primera escuela colectiva o clase de las letras. Comenio está
pensando en una escuela dirigida por “mujeres honestas”, que
recoge a niños/as entre los 4 y 6 años: “donde los niños se
habitúan a convivir, a jugar, a cantar, a contar y a cultivar las
buenas costumbres y la piedad y a ejercitar los sentidos y la
memoria.
Las
recomendaciones didácticas de Comenio son: reconocer la dificultad
que entraña para los pequeños el aprendizaje de los primeros
elementos, y por eso aconseja transformar el duro trabajo en juego.
Sobre la enseñanza advierte que debe ser “abierta, clara y con
palabras conocidas y convertida en más eficaz utilizando parábolas”;
sobre la disciplina, que considera muy importante, que no ha de ser
rígida y de azotes. Pide actuar con seriedad y rigor en el
establecimiento de estos primeros fundamentos educativos; pero
propone hacerlo siempre con suavidad y siempre de conformidad con las
conductas propias de los educandos
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