Como bien sabemos, es necesaria una nueva forma de enfocar la educación en la familia,
que ha de tomar conciencia de la necesidad de su participación en
ámbitos sociales más amplios.
La sociedad ha sufrido una evolución en los últimos tiempos que ha
repercutido de forma directa en la familia y la escuela. Tanto es así
que uno de los temas más destacados respecto a la educación en estos
días es la colaboración entre ambas.
El papel de la familia ha ido evolucionando con la incorporación de
la mujer al mundo laboral y con otros cambios de diversa índole, sobre
todo política y económica. Esta ha pasado de ser la encargada única y
exclusiva de la formación de los hijos e hijas, a delegar en la escuela
parte de esta tarea.
Estos cambios de la sociedad actual son rápidos y profundos. La
complejidad, cada vez mayor, demanda una nueva visión educadora de la
familia y la escuela, lo que exige su compromiso para trabajar unidas en
un proyecto común.
Como bien dice Ángeles Mártinez Torres, asesora del centro del profesorado de Almería:
La familia es el primer ámbito educativo, necesita reflexionar sobre
sus pautas educativas y tomar conciencia de su papel en la educación de
sus hijos e hijas. La realidad actual se le escapa, y esto repercute en
la vida del niño y la niña, lo cual conlleva a su vez problemas
escolares y familiares que surgen a diario: desinterés, falta de
motivación, dependencia, bajo rendimiento, fracaso escolar, violencia,
etc., y no se pueden achacar a la sociedad en abstracto, a la familia, a
la escuela o al alumnado, de manera independiente, sino que la
interacción de todos ellos es la que propicia esta situación.
Son los padres y las madres quienes gozan de una relación de
intimidad única que exclusivamente se da en el seno de la familia y que
permite todo tipo de interrelaciones personales: de afecto, ayuda,
orientación, soporte, etc, que influyen y modifican los comportamientos
de todos sus miembros. Suele decirse que en una familia todos educan y
son educados.
Son, asimismo, los padres y madres quienes están en mejores
condiciones, a causa de su cariño desinteresado, de conseguir el aumento
en autonomía de sus hijos e hijas y, por tanto, la madurez: un
crecimiento en libertad y responsabilidad que solamente es posible, de
manera armónica, cuando la familia soporta las decisiones personales,
con su mezcla de aciertos y errores.
La participación de los padres en la vida escolar parece tener repercusiones tales como:
• Una mayor autoestima de los niños y niñas.
• Un mejor rendimiento escolar.
• Mejores relaciones padres/madres e hijos/hijas.
• Actitudes más positivas de los padres y madres hacia la escuela.
Los efectos repercuten incluso en el profesorado, ya que los padres y
madres consideran que los más competentes son aquellos que trabajan con
la familia.
Blog centrado fundamentalmente en la relación de la participación familia-escuela con el objetivo de mejorar la educación integral de los niños y niñas.
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